martes, 9 de noviembre de 2010

¿Cuales son las mayores amenazas?


Deshechos Tóxicos: Irónicamente, el más grande contaminador tóxico del ambiente de nuestro país es el gobierno, el mismo que buscamos para que nos proteja. Y las mayores contaminadoras son las Fuerzas Armadas de los EE.UU. Kevin Doxey "vocero del Pentágono [Ministerio de Defensa]", informó a la Academia Nacional de Ciencias en 1991 que "encontramos unos 17.400 sitios contaminados, en 1.850 instalaciones, sin contar las que ya están fuera de uso". Esta "contaminacián" es de solventes tóxicos para descongelar aviones militares, subproductos de la fabricación de gas nervioso y gas mostaza, y desechos radioactivos. En 1988, el Departamento de Energía había estimado que tomaría 50 años y $100.000 millones limpiar sólo 17 sitios de ese tipo. Entonces, ¿cómo vamos a esperar un alto efectivo a la contaminación por las empresas e industrias, de parte de los mayores contaminadores de todos los tiempos?
Desechos Radioactivos: Aún cuando los tribunales admiten que nuestro gobierno es culpable de matar gente por contaminación, las víctimas no tienen recurso. En 1984, un tribunal de Utah sentenció en 10 de 24 casos de cáncer alegados: estaban relacionados con pruebas de armas nucleares, y se debían a negligencia de las Fuerzas Armadas. Y la Corte de Apelación a su vez también falló por la responsabilidad del gobierno de EE.UU., pero sin obligación de compensar a sus víctimas. Porque el gobierno disfruta de "immunidad por su soberanía": no tiene obligación de corregir sus errores. Entonces, ¿cómo puede funcionar la política de "el contaminador debe pagar", si el mayor contaminador de todos no puede ser tenido por responsable?
Accidentes Don Energía Atómica La clave para proteger el ambiente es la responsabilidad. Si quienes contaminan nuestro aire, tierra o agua, fuesen obligados a responsabilizarse por el daño que hacen, serían mucho más precavidos. Por ej., a fines de los años '50, las compañías aseguradoras rehusaron cubrir plantas de energía nuclear, por los enormes riesgos previsibles de posibles accidentes, inaceptablemente elevados. En consecuencia, las firmas productoras de energía rehusaron siquiera considerar la fuente nuclear. Pero sin embargo el Congreso aprobó una ley (Price-Anderson Act) limitando el importe reclamable por víctimas de desastre en plantas nucleares a un máximo de $560 millones; y de esa cantidad, más de un 80% se tomaría de los impuestos. Entonces, cuando las compañías energéticas disfrutaron de una responsabilidad así limitada por cualquier daño que causasen, proliferaron las plantas nucleares. Quiere decir que en vez de proteger al público, nuestro gobierno sancionó leyes protectoras de las ganancias de los grupos de intereses especiales.
Selvas Húmedas Tropicales: Desafortunadamente, el caso anterior no es un incidente aislado en el mundo. Los gobiernos de todos los países han manifestado una marcada tendencia a vender el generoso medio ambiente de sus naciones a los grupos de intereses especiales. Para los dictadores del Tercer Mundo, es de rutina la remoción de los indígenas de sus hogares para que los favoritos de sus regímenes puedan clarear las tupidas selvas. El costo de esa insensibilidad fue vívidamente retratado en la película "Medicine man", en la que Sean Connery personifica a un científico que encuentra una cura para el cáncer en la selva. Pero tiene que ver desesperado cómo sus amigos nativos son expulsados de sus plazas: la selva es destruida, y la cura junto con ella. Con frecuencia el gobierno de EE.UU. canaliza hacia los traficantes de influencia su "ayuda externa" al Tercer Mundo, pagando por la desvastación de la selva húmeda: los dólares del contribuyente estadounidense literalmente alimentan el fuego de los arrasadores ataques al bosque tropical.
Es Algo Muy Natural: A primera vista parecen difícilmente posibles semejantes traiciones como las descri-tas, pero pensando un poco, se ve que son sólo el resultado natural de un manejo de tipo político. Los intereses especiales obtienen grandes ganancias construyendo plantas nucleares si tienen poca responsabilidad, tirando desechos tóxicos si no tienen que limpiar después, usando materiales radioactivos si no hay obligación de asumir las consecuen-cias, o destruyendo selvas por las cuales no tienen que pagar. Cuando ofrecen parte de sus ganancias a funcionarios oficiales para traicioner el interés público, la tentación es a menudo demasiado abrumadora para resistirla. Porque si un político electo rechaza ser comprado, los intereses especiales simplemente apoyarán a su opositor en las siguentes elecciones; y pocos honestos pueden sobrevivir contra esa clase de apuestas. En consecuencia los intereses especiales ganan casi todas las veces. De verdad, ¡es un milagro que nuestro medio ambiente no haya sido totalmente desvastado hace mucho tiempo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario